martes, marzo 18, 2008

DVD: Diamante de sangre, por Diego Niemetz

Bailar con la más fea

Hay una línea que va de El jardinero fiel a El señor de la guerra y de ahí viaja a Diamante de sangre. Es una línea filiatoria, como la que se podría trazar entre tres hermanas de huesos y carne. No me digan que no han visto algo así: dos hermanas lindas, que parece que han agotado las reservas genéticas de la familia, y la tercera que...pobrecita.

Bueno, esta es la historia de una familia así. Y la escribo porque corremos el riesgo de que nos inviten al baile anual de su aristocrática familia, de que nos entusiasmen con casarnos con las más bonitas, pero con la secreta intención de encajarnos la tercera. A nadie le gusta bailar con la más fea.

Las hermanas grandes son distintas, son cosmopolitas, y además de que son lindas, tienen estilo. Las crió la abuela y les enseñó a tomar el té como señoritas inglesas. Incluso la del medio (las del medio suelen ser las menos agraciadas), que nació en Estados Unidos, aprendió a moverse muy bien. En cambio la tercera, nació y ya no le importaba a nadie, todos estaban cansados de criar a las otras dos y a esta la dejaron sola. Si por lo menos hubiera sido un varoncito, decían. Para colmo era fea y lloraba todo el tiempo.

Hay algo entre las tres que las hace parecerse, el mentado aire de familia: hablan de una determinada situación “sistemática”, que tiene que ver con negocios ilegales que se manejan desde los correctísimos países del Primer Mundo, que funcionan a costa de muchas vidas generalmente africanas (aunque como lo predica la hija del medio, las víctimas son todos los países del Tercer Mundo, incluso con Tato y Diego jugando en la de Boca) y que significan cantidades de dinero abrumadoras. Todo bajo una maliciosa complicidad gubernamental. Esa es la herencia genética, lo que mamá y papá les dieron. Pero después cada una se desarrolló, se pusieron pulposas y curvilíneas las dos más grandes. La tercera es una tabla de planchar y tiene el tabique desviado.

Laberinto de errores

Fui niño en los 80 y adolescente en los 90. Laberinto y Romeo+ Julieta.

Me acuerdo una noche de verano, en el sillón de mi abuela, mirando a la muchachita luchando contra Bowie: la VHS era casi nueva (y era la primera en toda la familia). También una vez, verano nuevamente, que fui al cine con una novia a la madrugada a ver esa adaptación increíble de Baz Luhrmann (el mismo de Moulin Rouge!). Verlos a DiCaprio y a Connelly juntos es una cosa interesante. Como si los caminos en sus laberintos o sus naufragios (no, no uso la palabra casualmente), los hubieran juntado.

DiCaprio es un mercenario que se dedica a hacer negocios ilegales con los rebeldes de Sierra Leona. Les vende armas a cambio de diamantes, que son extraídos mediante esclavos de otras tribus. Las armas que les da, son en su mayoría utilizadas por niños soldados. Es atrapado con los diamantes sucios y es encarcelado por algunas horas (obviamente, es algo así como un intocable: trabaja para hombres muy poderosos).

En la cárcel escucha la historia de un diamante de sangre, algo raro y muy costoso, que ha sido descubierto por uno de esos esclavos. Hace que lo liberen y le ofrece encontrar a su familia a cambio de la piedra. También, casi al mismo tiempo, la conoce a la Connelly que es una periodista estadounidense y comprometida (sea lo que sea que esa palabra signifique en Hollywood), que lo trata de convencer para que le cuente la historia de los diamantes. Todos van tras ese diamante y la película se vuelve un gran baño de sangre, repleto de mutilaciones y fusilamientos a quemarropa.

Hay tres secuecias que sobran para demostrar que esta es la hermana chata y con el tabique doblado:

1) Cuando Solomon Vandy (el hombre que encontró el diamante de sangre) logra por fin reencontrarse con parte de su familia en un campo de refugiados y grita desaforado (ya lo ha hecho otras dos veces previamente) y a esa altura parece más Nacha Guevara con un problema en las cuerdas vocales y pasada de cama solar que un hombre agobiado por el destino.

2) Cuando Danny Archer (DiCaprio) y Maddy Bowen (Connelly) conversan sobre la importancia de la prensa estadounidense y ella, casi llorando, defiende la libertad de expresión y la independencia de los periodistas para decir de todo.

3) Cuando después de una buena secuencia de acción Archer descubre que ha sido herido de bala (lo descubre literalmente, es herido y un buen rato más tarde se da cuenta) y le regala el diamante a Vandy para que escape mientras él se sacrifica deteniendo a los enemigos. Como si eso no fuera empalagoso, tiene tiempo todavía de usar un teléfono satelital para llamarla a la Bowen y decirle que la quiere.

Todos los lugares comunes en los que se podía recaer están. Después de esto, ya no me da para pensar cosas metafísicas, que la vida, que los actores. Nada más que: el pobre director empezó a equivocarse y cuando quiso salir ya no pudo, era un laberinto lamentable de pifiadas y clichés, un naufragio gigantesco.

Al menos Zwick en eso ya tenía experiencia. No hay más que recordar lo de El último samurai

Ir al baile voy, pero si no me pasan a una de las hermanas grandes para el vals, me quedo en la barra, tomando champán y comiendo canapés.

Ficha técnica
TITULO: Diamante de sangre
TITULO ORIGINAL: Blood diamond
GENERO: Aventuras
DIRECCION: Edward Zwick
GUION: Charles Leavitt
INTERPRETES: Lenardo DiCaprio, Djimon Hounsou, Jennifer Connelly, Kagiso Kuypers, Arnold Vosloo
FOTOGRAFIA: Eduardo Serra
MUSICA: James Newton Howard
MONTAJE: Steven Rosenblum
ORIGEN: Estados Unidos (2006)
DURACION: 142 minutos
CALIFICACION: Apta para mayores de 16 años
WEB: http://wwws.la.warnerbros.com/blooddiamond/
DISTRIBUIDORA: Warner

Etiquetas:

free hit counter
hit counter