miércoles, junio 30, 2004

El teatro de la vida

“El último subte”

Título original: Le dernier métro / Dirección: François Truffaut
País: Francia / Año: 1980 / Duración: 2 horas 11 minutos.
Guión: François Truffaut, Suzanne Schiffman y Jean-Claude Grumberg

Intérpretes: Catherine Deneuve, Gérard Depardieu, Laszlo Szabo, Jean Poiret, Heinz Bennent.

Por Dregan Remetz

Sala: Cine Óptico de la U.T.N. / Fecha: 30 de junio de 2004

Hemos tenido la oportunidad (y, por qué no, la suerte) de asistir al Cine Teatro Óptico que funciona en las dependencias de la Universidad Tecnológica Nacional. Es la primera vez que concurrimos a una proyección en el mencionado auditorio: sin embargo al entrar no hemos podido contener la avalancha de recuerdos, mucho tiempo ha pasado desde que fuéramos alumnos del Bachillerato Técnico Químico en ese mismo edificio. Es la primera vez que venimos al cine, pero no la primera que entramos al recinto: en ese mismo escenario sobre cuya pared se proyecta el film (en formato fílmico, ¡qué delicia!) hemos experimentado, junto con el resto del elenco teatral del Bachillerato, la gloria del actor.

“El último subte” es la historia de un teatro (y del teatro) francés durante la ocupación nazi: en un teatro, asistimos a la representación sobre un teatro donde, a pesar de todos los obstáculos, se representa. Y si en la película la vida de los actores se mezcla con la ficción y se confunde, ¿por qué hemos de sorprendernos de que suceda lo mismo en nosotros?

Recapitulemos: Truffaut presenta la historia de un teatro en el que convergen historias: la de Steiner (Heinz Bennent), el director exiliado en el sótano de su propia sala (hermosa metáfora: el hombre que sobrevive merced a su arte), la de su mujer Marion Steiner (encarnada por una glamorosa Catherine Deneuve) y la del prometedor actor (y secreto miembro de la resistencia francesa) Bernard Granger (Gérard Depardieu) atrapados en un confuso triángulo amoroso. También las vidas de los demás actores y técnicos. Y más: la película es sobre la vida de la obra de teatro que los ha convocado y que Steiner preparaba antes de su falso exilio: presenciamos los ensayos, la preparación del vestuario y la escenografía, y el estreno. La obra adquiere peso: es una historia ambientada en el siglo XIX que refleja los hechos y las pasiones de los actores: unos franceses de mediados del siglo XX.

Segunda recapitulación: Unos actores (Steiner, Granger y el resto de la trouppe) representados por actores (Deneuve, Depardieu) preparan y representan una obra en la que los dos protagonistas poco a poco, a través de un proceso tortuoso, descubren el pasado y el amor. Luego esa pasión se traslada de las tablas a la realidad. La última secuencia (una verdadera obra maestra) es el punto cúlmine en la interrelación realidad-fantasía: con la complicidad de la cámara y su recorte, no sabemos que estamos asistiendo a la representación de una nueva obra, todo se confunde: la biografía de los personajes de la película y la de los personajes de la obra es una. El enlace es perfecto. La confusión del espectador también. Y va más allá: Nos incluye (a nosotros, que esa tarde hemos conversando con cierta mujer) y de pronto reconocemos nuestras, éstas palabras pronunciadas por Depardieu: “pensé que no le interesaba a ud”. Una noche de la pasada primavera, en una calle oscura de Mendoza, no muy lejana al teatro, hemos dicho lo mismo. A la mujer de hoy.

Tercera recapitulación: Hemos participado hace años de la representación de una obra (La princesita caprichosa de Hermmes Tertuliani) en el escenario de una sala determinada. Mucho tiempo después volvemos a ese lugar, ahora a ver una película en la que se representa una obra, que nos compete: reconocemos en ella una serie de circunstancias que nos pertenecen. Una oscura profesora de teatro fue la artífice del éxito pasajero aquella vez; Truffaut el de esta cárcel de fantasía y realidad. Nos alejamos de la sala perplejos: hemos estado trabajando para el director galo sin advertirlo.

Escena final: Después de la liberación, Steiner reintegrado a la sociedad dirige una nueva obra en la que actúan su esposa y Granger. El público aplaude de pie. Steiner, oculto en la semipenumbra del palco hasta ese momento, es obligado por Granger a subir y recibir la ovación. Marion Steiner se sitúa entre ambos hombres y los toma de las manos fuertemente. Los tres se inclinan respetuosamente. Una de las manos (la de Granger) era nuestra.

viernes, junio 04, 2004

El quinteto de la muerte

Título original: “The ladykillers”
País: Estados Unidos / Año: 2004 / Duración: 1 hora 44 minutos

“El quinteto de la muerte” es la nueva comedia negra de Ethan y Joel Coen, creadores de excelentes películas como “Burton Fink”, “Fargo”, “El gran Lebowski” y “El hombre que nunca estuvo”, todas con una cuidadísima estética y un perfecto humor.

En esta oportunidad -y después de haber probado suerte con la comedia romántica “El amor cuesta caro”, también de tintes ácidos y negros pero no tan brillante ni arriesgada como las anteriores- ofrecen una versión de una comedia inglesa de 1955 titulada de igual forma. Película esta que no he tenido la oportunidad de ver, pero que por comentarios de críticos y amigos podría asegurar que es muy buena, con una buena historia que oscila entre el suspenso y la comedia negra, y con excelentes actuaciones (Alec Guinness, Peter Sellers, entre otros).

La película de los hermanos Coen respeta la trama original, pero a diferencia de la anterior está ambientada en la actualidad, en un pueblito prácticamente atemporal del sur de los Estados Unidos.

La acción se centra en la casa de Marva Mundson (Irma P. Hall), una vieja mujer negra, bastante grotesca, que vive desde hace más de 20 años haciendo lo mismo: habla con un cuadro de su difunto esposo mientras teje o toma el té, persigue a su gato, asiste a la misa gospel del pueblo y dona cinco dólares mensuales a una desconocida universidad. Y, como es de suponer en una mujer de estas características, todo en su vida pasa primero por Dios y los principios cristianos.

Tom Hanks encarna al Dr. Dorr, doctor en filosofía, un caballero de acento inglés retorcido que se aloja en la casa de la Sra. Mundson con el objeto de perpetuar un robo. Junto con sus cuatro miserables secuaces -un joven negro nacido en la cultura hip-hop, un coreano de comportamiento militar, un bruto jugador de fútbol americano y un extraño hombre capaz de hacer cualquier cosa con tal de vivir feliz con una montañesa también grotesca-, el Dr. Dorr se hará pasar por director de un quinteto que ensaya música renacentista en el sótano de la Sra. Mundson. Así, la banda de delincuentes aprovecha los “ensayos” para cavar un túnel desde el sótano de la casa hasta el depósito de un casino.

A pesar de que la historia parece atractiva y el hecho de ambientarla en el sur de los Estados Unidos hace llamativo el remake; a pesar de que Tom Hanks lleva bien el papel que le toca y los demás actores también se esfuerzan con mayor o menos éxito; a pesar de que los encuadres y la fotografía están perfectamente cuidados; y a pesar de que el musicalizador y sobre todo el coro Gospel se lucen, “El quinteto de la muerte” no divierte mucho, no sorprende, no muestra ni cuenta nada que no hayamos visto antes y no genera nada de suspenso.

Calificación: (difícilmente) 3 Nanitos.

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