domingo, mayo 25, 2008

Elizabeth, la edad de oro

Título original: Elizabeth: The golden age
Origen: Inglaterra - Francia - Alemania (2007)
Género: Drama
Duración: 114 minutos
Dirección: Shekhar Kapur
Intérpretes: Cate Blanchett, Geoffrey Rush, Clive Owen, Abbie Cornish, Samantha Morton, Jordi Mollà
Calificación: Apta para mayores de 13 años con reservas

La época isabelina: promiscuidad cultural y esplendor político

Hace diez años, un poco más, un poco menos, fui a ver Elizabeth. Me acuerdo de esa excursión al cine Universidad por varios motivos. Primero que nada porque fue la primera vez en mi vida en que llegué tarde a una función (estamos hablando de los dos primeros minutos) y la angustia de haber perdido algo importante me atenazó durante toda la proyección. No me lo podía perdonar. También porque Cate Blanchett hacía un papel increíble, glorioso. Parecía que teníamos a la reina misma delante: jovencita, educada, frágil, sometida a esas intrigas sangrientas y atroces. Todo estaba bien hecho, todo. Desde las actuaciones hasta las locaciones, era una joya, una obra maestra.

Fue un año en el que la época isabelina estuvo muy bien cotizada en el cine. El año de Elizabeth es también el año de Shakespeare in love, película con la que comparte mucho más que algunos actores y también personajes. Diría que una relación barroca, incestuosa, libertina como su época, es la que une ambas producciones. Películas que superan los géneros, las trabas sociales, los estratos a los que pertenecen y que se confunden como en una mascarada grotesca, para establecer vínculos efímeros como las relaciones entre las casas reales.

Me explico: como bien se sabe Joseph Fiennes superó sus lagunas creativas durante el reinado de Judi Dench, que hace de Cate Blanchett pero mucho más vieja, gracias a la aparición de Gwyneth Paltrow que se ganó por ello un Oscar. Lo curioso es que Will Shakespeare es también Robert Dudley, un bribón que le robó el corazón a la pobre Cate (cruel venganza porque Judi, celosa, le sacó a su amada Viola De Lesseps) y que la dejó muy defraudada y que por eso se hizo la Reina Virgen. Yo sospecho que ella se enteró de todo por un doble agente que era el gran Geoffrey Rush, que en una sale de Sir Francis Walsingham y en la otra Philip Henslowe: de consejero de la reina a dueño de un teatro... o viceversa.

Al final, uno nunca sabe con quién se está enfrentando.

La sucesión: muerte a la bastarda

Ahora bien, de repente, diez años después, Shekhar Kapur promete la continuación de su gran obra maestra. Y como no podía ser de otra manera la sucesión es problemática para la pobre Elizabeth porque su hermana menor, una bastarda llamada Elizabeth, la edad de oro amenaza con quitarle el trono y asesinarla; como efectivamente hicieron con su prima, María Estuardo reina de Escocia, conspiradora poco sutil que perdió la cabeza y sobreactuó su decapitación (y es una de las peores escenas de la edad de oro: no alcanza con el hecho de que para tener un buen gobierno, libre de escollos haya que cortar las cabezas de los familiares católicos, encima hay que actuar dichos transes bastante mal).

No faltan tampoco aquí los amores mundanos: esta vez se trata de Sir Walter Raleigh, que no es un conspirador sino un conquistador, pero como ve que la reina se tomó muy en serio lo de la virginidad, por culpa de aquel tonto de Will Shakespeare y Dudley, entra en conocimiento íntimo con una de sus adorables damas de honor, a la que Elizabeth primero instiga por morbosa curiosidad, pero que cuando a los tórtolos se les van las cosas de las manos...hacia otras partes del cuerpo, los castiga.

Quiero decir que a diferencia de la primera Elizabeth, su sucesora es sanguinaria, histérica (¿cómo, si no, debía terminar una chica linda que se había atrevido a autodenominarse la reina virgen?), exagerada. Hay un par de escenas muy tristes en las que Cate deja mucho que desear.

Realmente es una pena, pero es una gran muestra de que la endogamia entre las familias reales lo único que hizo fue traer decadencia a los linajes y guerras, muchas guerras. Justamente en este film, Elizabeth lucha contra Felipe II, su ex cuñado y ex pretendiente (no lo culpe: en aquella época, en contra de lo que sucede hoy en día, era bastante común mirar con cariño a la hermana de la mujer) que despechado le mandó su armada invencible después de que se les cayeran los pactos y se volviera un fanático religioso.

No dejemos de señalar que Kapur hizo un maravilloso trabajo de reconstrucción, en eso no hay nada que discutir, y los trajes, las locaciones, la fotografía hacen que uno tenga la sensación de estar mirando por una ventana en el pasado tal cual fue. Pero lamentablemente ha fallado en la dirección de los actores, en la construcción de un guión que fuera consecuente con lo que había planteado hace diez años, con hacer algo que no parezca una novela colombiana, porque le aseguro que Cate Blanchett es lo menos colombiana que uno pueda imaginar. Y también lo es la historia: eso de "Dios apoya a Inglaterra en contra de España" es un poco telenovelesco y muy vomitivo.

A nosotros, los espectadores, súbditos inocentes, nos resta esperar que la sucesión se arregle en buenos términos, que Elizabeth se quede con el trono y que mande a la edad de oro al exilio, en una torre oscura y lóbrega y que se prohíba nombrarla en público...y si no, si insiste con su derecho al trono, que le corten la cabeza.

Dios salve a la Reina Elizabeth, muera la bastarda edad de oro.

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domingo, mayo 04, 2008

Iron man: El hombre de hierro

TITULO ORIGINAL: Iron Man

GENERO: Acción
DIRECCION: Jon Favreau
GUION: Mark Fergus, Hawk Ostby
INTERPRETES: Robert Downey Jr, Terrence Howard, Jeff Bridges, Shaun Toub, Gwyneth Paltrow
FOTOGRAFIA: Matthew Libatique
MUSICA: Ramin Djawadi
MONTAJE: Dan Lebental
ORIGEN: Estados Unidos (2008)
DURACION: 125 minutos
CALIFICACION: Apta para mayores de 13 años
WEB: http://ironmanmovie.marvel.com/

Álbum de figuritas
En mi infancia como, entiendo, la mayoría de las personas, se fantaseaba mucho con ser algún superhéroe. Tengo un álbum lleno de imágenes de aquellos años. Ante todo, en la primera hoja, el Superman de Christopher Reeve, que dicho sea de paso constituye mi primer recuerdo de un cine: estoy ahí con mi abuela, mirando al buenudo de Superman devenido un demonio cruel con jopo a la gomina que en un ataque de maldad provocado por la criptonita roja se pone a enderezar la torre de Pisa y obligaba a un pobre vendedor de souvenir a romper todas las miniaturas que constituyen la mercadería de su humilde negocio.

También estaba el Increíble Hulk de Lou Ferrigno, mi favorito. Ese hombrón, que por todo traje tenía unos andrajos que le quedaban adheridos al cuerpo cada vez que se enojaba por algo, contrastado con Superman y con sus prolijas calzas y su capa siempre bien planchada, era un mamarracho. El pobre era más un peligro para la sociedad que un bien y ya al final, en la serie televisiva, se ponía verde por cualquier cosa y reventaba todo. Tanto me influyó aquel contradictorio personaje que ahora, cuando algo me saca de quicio y me dan ganas de gritar o de trompearme con alguien, siento que mi furor no sirve de nada, que la única forma correcta de enojarse sería poniéndome verde, dar vuelta un par de autos. Estoy tan decepcionado por mi performance que ya casi ni me enojo.

Volviendo en las hojas de mi álbum otra vez, recuerdo que ya casi en la adolescencia hicieron furor las Tortugas Ninja (que en inglés eran algo así como “tortugas mutantes adolescentes”) con su mezcla rara de reminiscencias renacentistas, artes marciales tipo Bruce Lee, ampulosos experimentos genéticos y pizza de peperoni degustada sobre el piso mugriento de una alcantarilla. Ahora ya no me gustan, pero fueron un boom y eran divertidas y, además, el videojuego era muy bueno.

También en los 90 el gran Tim Burton renovó al hombre murciélago y le quitó la estética pop y lisérgica que tenía el de Adam West...y, apropósito, siempre me he preguntado por qué veíamos ese Batman tan anticuado y moralista. Sin duda lo de Barton fue un acto de sinceramiento: Batman no eran esas calzas grises, esos guantes para lavar la vajilla y esos carteles chillones que se enroscaban y desenroscaban en la pantalla ante los asombrados ojos de los niños de los 60, 70, 80 y, probablemente, 90.

Las relaciones entre el comic y Hollywood son largas y sinuosas. Yo he señalado algunas hojas de mi álbum, que son significativas para mí y que probablemente, por obvias, constituyan también momentos gloriosos en los álbumes personales de muchas otras personas.

Cómicland
Hay una buena película llamada Hollywoodland, que gira en torno a la investigación de un periodista sobre la misteriosa muerte, allá por 1959, de George Reeves, el primero en llevar a la pantalla al hombre de acero en una famosa serie de televisión denominada Las aventuras de súperman. En Hollywoodland puede verse cómo el papel iba fagocitándose al hombre real (que no tenía nada de super) y también las pasiones que se generaban en torno al personaje-actor (o actor-personaje, a esta altura da lo mismo), lo que previsiblemente nos permitiría afirmar que lo de los superhéroes es de todo menos una cosa de chicos. Amor, traición, exaltación, decepción, engaño

Hay una escena impresionante en esa película: Reeves (encarnado por Ben Affleck) se encuentra haciendo una presentación disfrazado de Superman cuando un niño le apunta con un arma cargada y le pregunta si realmente podría mostrarle sus poderes. Es un momento de gran tensión en el que el hombre de acero se salva por muy poco de convertirse en un hombre de plomo: el viejo refrán de ponerle el pecho a las balas no le debe haber hecho mucha gracia a Reeves...que por otra parte murió con una bala en el cerebro. Esta muerte conmovió a la opinión pública estadounidense y generó una intensa ola de debates, versiones contradictorias y confusas, investigaciones, acusaciones y especialmente niños deprimidos.

Tanta controversia puede ser explicada. Creo yo que hay algo de súper héroe en todos nosotros, una fuerza interna muy poderosa y que no necesariamente requiere que nos pongamos un traje ridículo y mucho menos que andemos saltando de un edificio a otro (digo mucho menos, porque a veces lo del traje sí es necesario). Eso despierta pasiones.

Los superhéroes son, en alguna medida, idealizaciones de esas fuerzas nobles, de ese algo que está latente y oculto, que es una identidad secreta hasta para nosotros mismos, que está esperando ansioso para salir a hacer el bien, para catapultarnos al infinito y más allá... y si no puede ser al infinito, por lo menos a la fama mundana... seamos sinceros, lo único que queremos es que nos catapulte a los brazos de un linda muchacha...bueno, por lo menos a los brazos de una muchacha (para... protegerla mucho, eso sí).

Decepción de acero
Iron man es una adaptación del cómic de Stan Lee. El film refleja el camino de toma de conciencia seguido por Tony Stark, un verdadero genio dedicado a continuar el negocio familiar heredado de su padre: ni más ni menos que una gigantesca corporación que diseña y produce armas sofisticadas. Es un personaje irreverente, genial, machista y alcohólico (interpretado por Robert Downey Jr., a su vez un personaje irreverente, genial, machista y alcohólico: dicen que no tuvo que actuar en absoluto) que al ser atacado y luego secuestrado por un grupo de insurgentes en Afganistán (hay que aclarar que originalmente, en el cómic, la acción transcurría en Vietnam) se ve obligado a colocarse una especie de reactor nuclear en el pecho para salvar su vida. Posteriormente, tras tres largos meses de cautiverio durante los cuales engaña a sus captores con la promesa de desarrollar una poderosa arma para ellos, logra escapar mediante una armadura muy poderosa.

A partir de esta experiencia se opera un cambio profundo en el bueno de Stark, que sigue siendo irreverente, genial, machista y alcohólico, pero que comprende que la construcción de armas es algo atroz y que para enmendar su error debe perfeccionar ni más ni menos que...un arma, la mentada armadura. Obviamente eso hace que todo se embrolle mucho porque hay poderosos intereses y mentes perversas en el medio, por lo que resulta natural que ya no se sepa quién es bueno y quién es malo: aparentemente los que antes lo apreciaban ahora ya no lo quieren...o lo quieren muerto.

No es demasiado asombroso el alto contenido nacionalista del guión, muchos de los cómic que nos llegan a través del cine surgieron como propaganda durante alguno de los conflictos bélicos que mantuvo Estados Unidos a lo largo del siglo XX y siguen fieles a ese fin. Lo asombroso, lo que me sigue asombrando, es el contenido mesiánico. La perenne conciencia de la capacidad ilimitada de destrucción que tienen y, a la vez, la tranquilidad autocomplaciente de creer que eso es lo que corresponde, porque solamente ellos pueden administrar ese poder correctamente. Como en cualquier parte hay elementos corruptos entre ellos, no cabe duda, pero la “salvación” sale únicamente de esa sociedad.

Resulta así que lo que a primera vista podría parecer una autocrítica de Tony Stark (coincidente con la de muchos estadounidenses “críticos” del sistema, “pacifistas”) es en realidad una reelaboración edulcorada que conduce al mismo punto de partida, una apología del status quo: es una miseria que existan armas, pero ya que existen deben estar en sus manos, que son los que saben cómo cuidarlas y manejarlas para el bien de la humanidad.

Hay una situación por demás elocuente sobre la mezcolanza ideológica que trasunta en la película. En determinado momento, una periodista increpa a Tony su inescrupulosa actividad. Sin duda un reflejo de la conciencia y humanidad de una sociedad democráticamente soberana e igualitaria. Pero lamentablemente, para nosotros, bastan tres palabras del magnate de la muerte, del playboy irreductible, para que la chica termine en su cama. Esto sí que es todo un alegato a la libertad de prensa, a la independencia de los medios de comunicación en el norte (ahora que medito un poco, puede ser que este sarcasmo lo introduzca yo por pura envidia: la periodista se veía realmente muy inteligente y, por otra parte, no hay pruebas contundentes en contra de la prensa estadounidense en relación a las múltiples acusaciones de que haya manipulado a la opinión pública durante algún conflicto bélico de su país).

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viernes, mayo 02, 2008

Estrenos del 1 de mayo de 2008

Lejos de ella (Cine Universidad)
Iron Man (Cinemark / Village Cines)
21 Black Jack (Cinemark / Village Cines)
Muerte en un funeral (Cinemark / Village Cines)
De amor y desencuentro (Cinemark / Village Cines)

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