El jardinero fiel
Titulo original: “The constant gardener” / Dirección: Fernando Meirelles
País: Reino Unido / Año: 2005 / Duración: 2 horas 9 minutos.
Por Ariel Benasayag
Dios en la ciudad. Hace más de dos años se estrenó “Ciudad de Dios” (Cidade de Deus, 2002), obra maestra del Brasil de nuestros tiempos que incursionaba de manera más que atractiva en los más graves problemas sociales de las “fabelas” (drogas, armas, violencia, imposibilidad de salida), con una estética de video clip que recordaba el trabajo de Guy Ritchie en “Juegos, trampas y dos armas humeantes” (Lock, stock and two smoking barrels, 1998) y “Snatch: cerdos y diamantes” (Snatch, 2000) diluido en las entrañas de Latinoamérica.
Por esa película Fernando Meirelles recibió una nominación al Oscar como mejor director -perdió contra el hasta ese momento pendiente Peter Jackson- y yo quedé impresionado.
Afortunadamente, el tiempo pasó y -tal vez por la falta del mismo- no volví a ver la película, por lo que hoy más que un claro recuerdo conservo la sensación de esa fascinación espontánea que me produjo.
El tiempo también corrió para Meirelles, que luego de aquella experiencia recibió el llamado de la Industria (no fue el Tío Sam esta vez, sino la Reina Madre). Hoy le toca vérselas con una novela de John le Carré que, además de escribir “El sastre de Panamá” y “La casa Rusia” -entre las más famosas de las llevadas al cine- fue agente del Servicio Secreto Británico.
Diplomacia o revolución. Encabeza el elenco de “El jardinero fiel” el discreto Ralph Fiennes interpretando a Justin Quayle, digno heredero de un linaje de eximios diplomáticos de la clase alta británica: callado e inteligente, comprometido y cortés, Fiennes/Quayle es el perfecto caballero inglés.
Una pequeña polémica sobre la hipocresía de la diplomacia occidental lleva a Justin Quayle a la casa de Tessa, la mejor Rachel Weisz hasta el momento. Tessa es, en cierta forma, la antítesis del correctísimo Quayle, sin dejar de ser inglesa. Es, digamos, como el otro inglés: impulsivo, combativo y allegado a la revolución social-. Espontánea y apasionada, Tessa se convierte en su esposa y juntos viajan a Kenya.
Claro que no se trata de un viaje de placer: Quayle forma parte de la Comisión Británica en el país, que perdida entre los millonarios negocios tiene la función ayudar a esta nación devastada por el hambre, el sida y la tuberculosis. Pero no es el único con misiones: Tess también parece buscar algo en el país africano.
La esposa muerta, elogios y nada más. La narración que escogió Meirelles no es lineal y prácticamente antes de que comience la película ya sabemos que Tess está muerta. El resto de la película, divisible en dos identificables partes, se encargará de hacernos saber cómo y por qué llegamos hasta allí.
No adelantaremos aquí nada más sobre esta trama en la que le Carré fusiona un drama romántico con otra intrigante e intrincada historia como las que yo le son características. “El jardinero fiel”, entre pistas falsas y negocios sucios, trae uno de los más intensos e interesantes guiones de este año, que no declina hacia el final ni tampoco desilusiona.
No quiero volver a nuestro tan similar mundo no ficcionado sin antes mencionar el trabajo del resto del elenco (entre ellos el siempre genial Pete Postlethwaite) y el del equipo técnico responsable de tan perfecta fotografía, seguramente ideada por el minucioso y original Meirelles que, dicho sea de paso, vuelve a ofrecernos una dirección que vale por sí misma y que considerada en el conjunto hace de esta una excelente película.
Calificación: 4 Nanitos.
Entrevista con Mariano Donoso
Resistiré: “Esto no es Hollywood”
Durante septiembre y en el marco de la muestra de cine independiente argentino La Resistencia se proyectaron en el Cine Universidad (Mendoza) diferentes films. Entre ellos “Opus”, opera prima del director Mariano Donoso. Su realización es un documental acerca de la educación en San Juan: El primer día de rodaje se declara una huelga general de maestros por tiempo indeterminado, un giro inesperado que se traducirá en el film. Donoso mezcla ficción, se acerca al humor y revela la trágica realidad argentina, mientras se embarca en una búsqueda con tintes de odisea. En esta entrevista habla del rodaje, su resistencia y el “mal momento” que vive el cine argentino. Por Josefina Cornejo Stewart- ¿Qué es La Resistencia?
- La Resistencia es el nombre de una muestra de cine que hicimos en Mendoza este año. El nombre de La Resistencia viene de un artículo de la revista El Amante que escribió Mariano Llinás en referencia a los 10 años del cine independiente argentino, y de una posible muerte de ese cine independiente. Él, al final de la nota, como corolario, dice que lo único que le queda al cine independiente es resistir y seguir actuando en las catacumbas del cine.
- ¿Cuál es la idea que los une?
- Lo que nos une no es la temática sino el modo de producción: son películas hechas de forma independiente. En Argentina cuando se dice independiente son películas independientes del Instituto Nacional de Cine (INCAA), también es independiente de cualquier organismo oficial de créditos. Se hicieron de esa manera y eso, de alguna forma, condicionó su estética y su temática. Responden a un mismo llamado que es el cine independiente.
- ¿Qué opinión te merecen las películas que dicen ser independientes y en realidad no lo son?
- Lo que pasa con el cine independiente argentino, lo que pasa en todo el mundo, es que en realidad no se sabe muy bien a qué se refiere uno cuando dice independiente. Uno puede hablar de que independencia es independencia económica; también hay películas que por ser un poco “raras”, arriesgadas, vanguardistas, también se las llama independientes; otras porque son pequeñas y trabajan directores que no son conocidos también se las llama independientes. Entonces es difícil decir qué es una película independiente. El esquema que nosotros tomamos es la independencia del INCAA. Después, dentro de eso, hay películas buenas y malas, hay películas en Argentina que se dice que son independientes y las banca el Instituto... pero eso depende de cada director. Actualmente está bastante turbia el agua en el cine argentino y eso da para la confusión de los términos.
- ¿Cómo ves el cine argentino actualmente?
- Está pasando -a mi entender- por un mal momento que un poco se contrapone a lo que sale en los diarios que se pretende promocionar como un excelente momento del cine nacional. Creo que al cine nacional se lo está mirando en forma de taquilla nuevamente. El cine bueno argentino es el que vende un millón de espectadores en dos meses, es el cine que le gana a una película norteamericana en taquilla. Eso es un arma de doble filo porque ese éxito de taquilla no siempre va de la mano con la calidad. También es un poco injusto porque pone en la misma bolsa películas buenas que son taquilleras con películas malas que son, quizás, un poco más taquilleras. En este momento que hay grandes estrenos del cine nacional yo me pongo a pensar que es porque hay pocas buenas películas. Mucho marketing y poco... poco cine.
- Con respecto a “Opus”: ¿Cómo fue el rodaje de la película?
- La historia de la película es más o menos la que se muestra, yo comencé con un proyecto que era filmar 24 minutos sobre la crisis argentina para mandar eso a Estados Unidos, y recibir alguna invitación para irme a Estados Unidos, buscar trabajo y quedarme allá. Ese es el plan maestro del año 2001... Después Bush, Bin Laden, De La Rúa y muchos más se encargaron de dar por tierra ese proyecto. La película también me fue llevando a eso, a esa resistencia que tengo a filmar a los maestros, a filmar las clases, era un poco esa resistencia que tengo a irme, a abandonar Argentina. Esa fue mi resistencia, yo me fui encontrando con un paro que fue real, que duró casi 80 días, las escuelas casi ninguna funcionaba, no pudimos filmar alumnos ni maestros y tuvimos que filmar la historia de la película. Es decir, la historia de un documental fallido que no puede encontrar su tema que es la educación.
- ¿Cúal creés que es el desafío de los directores argentinos hoy?
- El director argentino tiene un gran desafío que es hacer películas cada vez mejores, y ese es el único desafío. Creo que tiene que ser un poco más arriesgado, mirar menos a la industria, tiene que dejar de mirar a estructuras oficiales, burocráticas, y comenzar a hacer las cosas por su propia cuenta. Hacer un cine más jugado. Si no se hace eso uno está repitiendo esquemas.
- ¿Qué crítica tenés hacia el Instituto?
- Mi crítica al Instituto es que la gestión a partir del año ‘94 busca un cine muy oficial, de grandes cárteles, de grandes vedettes. Dejando de lado una manera más primitiva pero también más humana de encarar el cine en la Argentina, con iguales resultados. Porque esas grandes películas y esos grandes emprendimientos económicos están subvencionados por la gente. La ley hace eso: que la gente pague impuestos, que terminen dando subsidios a películas que no dan ganancias. Es injusto que en la Argentina una de las industrias la pague la gente. Mucho más injusto si el resultado de esas películas no es un cine de calidad. Trata de copiar esquemas de cine que son propios de los años ‘30, ‘40, ‘50 del cine. Grandes estudios, grandes productoras, presupuestos, actores. El instituto busca el lado magnificente que aquí no lo hay. Esto no es Hollywood.
Niñera a prueba de balas
Leonardo Meloni ha cumplido el sueño de la infancia de muchos de nosotros sin saberlo: es dueño y señor de un video-club. Claro que a él -que lidia a diario y en dobles turnos los feriados con hordas de vecinos que se quieren llevar esa y sólo esa película que salió ayer en video o DVD- esto no le hace tanta gracia. Y no encontró mejor descarga que engendrar esta sección para la que deberá sentarse enfrente de esas películas que abundan -que todos alguna vez veremos en TV, aunque temamos confesarlo-; películas que son apenas mínimas expresiones repetidas, lastimosos exponentes del séptimo arte. Bienvenido el destructor."Niñera a prueba de balas"Título original: "The pacifier" / Dirección: Adam Shankman.
País: Estados Unidos-Canadá / Año: 2005 / Duración: 1 hora 35 Minutos.
Por Leonardo Meloni
Acabo de tener un déjà vú. Creo que esto ya lo viví y creo saber cuándo. A ver… déjenme pensar un poquito más… ya sé: fue cuando perdí casi dos horas de mi vida mirando “Un detective en el kinder” (Kindergarten cop, 1990), protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Debo confesarles algo: acabo de perder una hora y treinta y cinco minutos más frente a esta “divertidísima comedia” (catalogada así por la crítica especializada) que no me sacó ni una sola sonrisa.
Cuando estaba introduciendo el DVD en el reproductor me pregunté: “¿Es correcto lo que estoy haciendo?, ¿no será más productivo ir a jugar con la pelota en el frontón, en el patio de mi casa?”. Finalmente me convencí: “Esta vez Vin Diesel no me puede defraudar”. Sí señora, leyó bien: Vin Diesel, ese fortachón que casi no habla en sus películas. El ese mismo que fascinó a su esposo manejando en “Rápido y furioso” (The fast and the furious, 2001) o esquivando disparos en “xXx” (Ídem, 2002). Pero lamentablemente el pelado lo hizo una vez más: me volvió a defraudar.
La historia de “Niñera a prueba de balas” es la del típico militar norteamericano que no conoce otra forma de vida que la de la disciplina castrense, que en esta oportunidad es asignado para proteger a los hijos de un científico asesinado que trabajaba en un invento secreto.
Shane Wolf (el personaje de Diesel) genera pocos momentos divertidos (téngase en cuenta que estoy siendo muy pero muy generoso) cuando tiene que lidiar con los problemas domésticos de cinco chicos de diferentes edades: dos adolescentes totalmente rebeldes, dos niños modelo “Siglo XXI” -esos mismos con los que grandes conductores de la televisión argentina están solventando sus programas-, y un bebé que daba exactamente lo mismo si no participaba del film.
Gags pocos graciosos y muy vistos a lo largo de la historia del cine familiar, con un Diesel que por momentos hasta parece tener problemas de dicción. Me gustaría y tengo ganas de escribir un poco más, pero no encuentro otra cosa interesante para contar sobre esta película. A ver… déjenme pensar un segundito… no, creo que es todo.
Recomiendo que en vez de gastar cuatro pesos en el alquiler de este DVD compren ocho picos-dulces; seguramente la van a pasar mejor.