lunes, noviembre 28, 2005

Entrevista con Mariano Donoso

Resistiré: “Esto no es Hollywood”

Durante septiembre y en el marco de la muestra de cine independiente argentino La Resistencia se proyectaron en el Cine Universidad (Mendoza) diferentes films. Entre ellos “Opus”, opera prima del director Mariano Donoso. Su realización es un documental acerca de la educación en San Juan: El primer día de rodaje se declara una huelga general de maestros por tiempo indeterminado, un giro inesperado que se traducirá en el film. Donoso mezcla ficción, se acerca al humor y revela la trágica realidad argentina, mientras se embarca en una búsqueda con tintes de odisea. En esta entrevista habla del rodaje, su resistencia y el “mal momento” que vive el cine argentino.


Por Josefina Cornejo Stewart

- ¿Qué es La Resistencia?

- La Resistencia es el nombre de una muestra de cine que hicimos en Mendoza este año. El nombre de La Resistencia viene de un artículo de la revista El Amante que escribió Mariano Llinás en referencia a los 10 años del cine independiente argentino, y de una posible muerte de ese cine independiente. Él, al final de la nota, como corolario, dice que lo único que le queda al cine independiente es resistir y seguir actuando en las catacumbas del cine.

- ¿Cuál es la idea que los une?

- Lo que nos une no es la temática sino el modo de producción: son películas hechas de forma independiente. En Argentina cuando se dice independiente son películas independientes del Instituto Nacional de Cine (INCAA), también es independiente de cualquier organismo oficial de créditos. Se hicieron de esa manera y eso, de alguna forma, condicionó su estética y su temática. Responden a un mismo llamado que es el cine independiente.

- ¿Qué opinión te merecen las películas que dicen ser independientes y en realidad no lo son?

- Lo que pasa con el cine independiente argentino, lo que pasa en todo el mundo, es que en realidad no se sabe muy bien a qué se refiere uno cuando dice independiente. Uno puede hablar de que independencia es independencia económica; también hay películas que por ser un poco “raras”, arriesgadas, vanguardistas, también se las llama independientes; otras porque son pequeñas y trabajan directores que no son conocidos también se las llama independientes. Entonces es difícil decir qué es una película independiente. El esquema que nosotros tomamos es la independencia del INCAA. Después, dentro de eso, hay películas buenas y malas, hay películas en Argentina que se dice que son independientes y las banca el Instituto... pero eso depende de cada director. Actualmente está bastante turbia el agua en el cine argentino y eso da para la confusión de los términos.

- ¿Cómo ves el cine argentino actualmente?

- Está pasando -a mi entender- por un mal momento que un poco se contrapone a lo que sale en los diarios que se pretende promocionar como un excelente momento del cine nacional. Creo que al cine nacional se lo está mirando en forma de taquilla nuevamente. El cine bueno argentino es el que vende un millón de espectadores en dos meses, es el cine que le gana a una película norteamericana en taquilla. Eso es un arma de doble filo porque ese éxito de taquilla no siempre va de la mano con la calidad. También es un poco injusto porque pone en la misma bolsa películas buenas que son taquilleras con películas malas que son, quizás, un poco más taquilleras. En este momento que hay grandes estrenos del cine nacional yo me pongo a pensar que es porque hay pocas buenas películas. Mucho marketing y poco... poco cine.

- Con respecto a “Opus”: ¿Cómo fue el rodaje de la película?

- La historia de la película es más o menos la que se muestra, yo comencé con un proyecto que era filmar 24 minutos sobre la crisis argentina para mandar eso a Estados Unidos, y recibir alguna invitación para irme a Estados Unidos, buscar trabajo y quedarme allá. Ese es el plan maestro del año 2001... Después Bush, Bin Laden, De La Rúa y muchos más se encargaron de dar por tierra ese proyecto. La película también me fue llevando a eso, a esa resistencia que tengo a filmar a los maestros, a filmar las clases, era un poco esa resistencia que tengo a irme, a abandonar Argentina. Esa fue mi resistencia, yo me fui encontrando con un paro que fue real, que duró casi 80 días, las escuelas casi ninguna funcionaba, no pudimos filmar alumnos ni maestros y tuvimos que filmar la historia de la película. Es decir, la historia de un documental fallido que no puede encontrar su tema que es la educación.

- ¿Cúal creés que es el desafío de los directores argentinos hoy?

- El director argentino tiene un gran desafío que es hacer películas cada vez mejores, y ese es el único desafío. Creo que tiene que ser un poco más arriesgado, mirar menos a la industria, tiene que dejar de mirar a estructuras oficiales, burocráticas, y comenzar a hacer las cosas por su propia cuenta. Hacer un cine más jugado. Si no se hace eso uno está repitiendo esquemas.

- ¿Qué crítica tenés hacia el Instituto?

- Mi crítica al Instituto es que la gestión a partir del año ‘94 busca un cine muy oficial, de grandes cárteles, de grandes vedettes. Dejando de lado una manera más primitiva pero también más humana de encarar el cine en la Argentina, con iguales resultados. Porque esas grandes películas y esos grandes emprendimientos económicos están subvencionados por la gente. La ley hace eso: que la gente pague impuestos, que terminen dando subsidios a películas que no dan ganancias. Es injusto que en la Argentina una de las industrias la pague la gente. Mucho más injusto si el resultado de esas películas no es un cine de calidad. Trata de copiar esquemas de cine que son propios de los años ‘30, ‘40, ‘50 del cine. Grandes estudios, grandes productoras, presupuestos, actores. El instituto busca el lado magnificente que aquí no lo hay. Esto no es Hollywood.


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