lunes, abril 03, 2006

Tierra fría

Título original: “North Country”
País: Estados Unidos / Año: 2005 / Duración: 2 horas 6 minutos
Dirección: Niki Caro / Guión: Michael Seitzman / Basado en la el libro: “Class action: The story of Lois Jensen and the landmark case that changed sexual harassment law” de Clara Bingham
Intérpretes: Charlize Theron, Frances McDormand, Sean Bean, Woody Harrelson, Jeremy Renner, Richard Jenkins, Sissy Spacek

Por Ariel Benasayag

Atravesando vísceras. La nueva película de la directora neozelandesa Niki Caro (“Jinete de ballenas”, 2002), la primera que realiza para un estudio de Hollywood, se ocupa viseralmente de la igualdad de los derechos de la mujer y la protección de los mismos en las grandes empresas. Aquí la palabra clave es “viseralmente”, porque Caro no sólo nos cuenta maravillosamente una historia más que dramática sino que nos hace sentir que los personajes, sus palabras y sus acciones nos atraviesan las vísceras una y otra vez, calándonos cada vez más profundo.

Basándose en un libro sobre el concepto legal de “demanda colectiva” (varios querellantes presentan la misma demanda ante una corte, constituyéndose en un grupo de presión mucho más fuerte y eficiente que si lo hiciesen individualmente) en el que se describe su primera utilización en un caso de abuso sexual y psicológico, Caro trae la historia -ficticia, aunque inspirada en hechos reales- de Josey Aimes (Charlize Theron), trabajadora de las minas de hierro de Minnesota.

La vida trágica. “Tierra fría” está narrada en tres tiempos: el pasado adolescente de la protagonista, el futuro en las cortes de Minnesota (ambos rescatados en brevísimos flash-backs y flash-forwards) y el presente, 1989, que es el tiempo-conductor de la historia.

Víctima de los golpes de su marido, Josey decide escapar de los abusos domésticos con su hijo adolescente y su pequeña hija a su tierra natal, el “País del Norte” que da el título a la película, la nevada Minnesota. Allí viven su madre (Sissy Spacek), ama de casa en una sociedad machista, y su padre (Richard Jenkins), minero frío, inmutable y severo, siempre avergonzado de su hija.

Al poco tiempo Josey retoma el contacto con viejas amistades (Frances McDormand, Sean Bean) que le consiguen trabajo en las minas de hierro; dinero con el cual comienza a reorganizar su vida y la de sus hijos. Pero el ambiente laboral no resulta propicio para ella ni para ninguna de las demás trabajadoras que, a pesar de sumar una de cada treinta mineros, no son bien recibidas por los supervisores ni por los compañeros de trabajo, en su mayoría vulgares abusadores que pasan sus días tratando de expulsar a las féminas a base de humillaciones de toda clase.

Sin embargo la mina que da de comer a este pueblo es la única posibilidad de Josey de mantener a su familia dignamente, y lo mismo ocurre con sus compañeras de trabajo, por lo que las mujeres se verán en la permanente encrucijada de callar los abusos para cuidar sus puestos.

La clave actoral. A la perfecta narración que logra Caro con su dirección, y a la excelente musicalización a cargo de la todavía no oscarizada guitarra de Gustavo Santaolalla y de pegadizas canciones del viejo Bob Dylan, se suman las impecables actuaciones de todo el reparto, como hacía mucho no disfrutaba.

Charlize Theron sorprende adentrándose nuevamente en lo profundo de su personaje (recordemos su personajes en “Monster”, que ganó el Oscar en el 2003) y lo mismo cabe a Frances McDormand, en la que es seguramente una de las mejores actuaciones de su carrera. Por último, vale la pena dedicar por lo menos un renglón al personaje de Richard Jenkins, definitivamente uno de los más ricos de la película.

Y la calificación es… Si ya es de por sí difícil comentar una película con una objetividad que resulte aceptable para el lector –aunque se trate de una ilusión del público construida sobre una fantasía científica imposible-, calificar un drama de este tipo para la rápida sentencia del mismo lo es tanto que resulta imprudente contar estrellas.

El hecho es que “Tierra fría” pertenece a esos dramas que es prácticamente imposible esquivar, a menos que uno se siente frente a la pantalla de espaldas, evitando dejarse atravesar por personajes humanísimos y diálogos y acciones reveladoras. Quienes miran películas con la nuca pueden acusar a la narración de Caro de apelar a la maestría milimétrica para generar sensaciones y desarrollarlas lentamente en emociones cada vez más profundas hasta hacerlas explotar de forma perfecta.

Para quienes intentamos a pesar de la rutina seguir viendo al cine de frente, el drama será inevitable. Habrán situaciones que saben a forzadas y escenas conmovedoras que ya nos han hecho llorar, pero a pesar de esto y también está, el resultado integral de este único golpe bajo de más de dos horas será en todos los casos efectivo.

Clasificación: 4 Nanitos.


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