King Kong
Título original: “King Kong”
País: Estados Unidos-Nueva Zelanda / Año: 2005 / Duración: 3 horas 7 minutos
Dirección: Peter Jackson / Guión: F. Walsh, P. Boyens y P. Jackson
Basado en la historia de: M. C. Cooper y E. Wallace
Intérpretes: Naomi Watts, Jack Black, Adrien Brody, Andy Serkis
Por Ariel Benasayag
Ver el mono. ¿Por qué razón un padre llevaría a su hijo de no más de cuatro años a ver “King Kong” en inglés y con subtítulos, teniendo la posibilidad de disfrutarla en un español compresible para ambos en más variadas funciones? No pude esquivarle a la inútil incógnita al presenciar la escena justo delante de mi butaca, mientras me preparaba con pop-corn y gaseosa para la espectacular maratón cinéfila que se avecinaba.
Ni bien comenzaron los simples y apropiados créditos de la película hice a un lado la ya obsesiva interrogante, que terminé olvidando por completo en el clip inicial en la que Peter Jackson repasa rápidamente y con precisión los deprimidos primeros años de la década del ’30 en la Gran Manzana.
Volvió la incertidumbre cuando ya no podía evitar las inocentes palabras del niño a su padre. Entre “qué está pasando”, “qué le dijo”, “cuándo sale King Kong” y otra vez “qué pasa”, desarrollé una hipótesis sobre la película: lo único que importa en “King Kong” es el mono. La historia que rodea al gigantesco simio sólo está ahí para justificar su presencia. Así, la gente va al cine a ver el mono, que se entiende en cualquier idioma.
Hipótesis más que equivocada.
Ver el talento. Anecdóticamente diré que tanto elquie nte dirvestuarios, todo. mejante problema dre tant padre y como el hijo (muy a pesar de su negativa directa) abandonaron la sala habiendo visto el mono, pero antes de que éste terminara de corretear por Broadway. Para ese entonces yo ya llevaba más de dos horas mudado de butaca, hipnotizado por la obra maestra del entretenimiento que ofrecía Jackson.
“King Kong” representa una ecuación difícil: ¿Cómo hacer que una historia que casi todo el mundo conoce (recordemos que la versión original data de 1933 y que desde entonces ha habido versiones, secuelas y citas de las más variada índole) sea de nuevo entretenida? ¿Cómo atrapar al público con las aventuras de un grupo de cineastas y traficantes de animales exóticos que viajan a lo desconocido para encontrarse con nativos salvajes que ofrendan una rubia a un gorila de tamaño descomunal, que resulta ser el rey de una isla prehistórica donde la evolución parace hacer tomado caminos alternativos-? ¿Cómo conmover con una trama de amor entre una actriz de teatro maravillada y un fiel y orgulloso simio, que además no puede sino terminar en tragedia? ¿Cómo hacer que esto dure más de tres horas y que los espectadores no quiten ni un instante la vista de la pantalla?
Sospecho que sólo el talento puede resolver semejante problema. Y no cabe duda alguna de que Jackson lo tiene.
Ver el espectáculo. La historia que subyace a la de Kong no es menos bestial: un ambicioso director de cine sediento de aventura, fama y fortuna (Jack Black) huye -perseguido por la policía y sus productores ejecutivos- hacia una isla inexplorada llevándose a su equipo técnico y una cámara, engañando con rodajes orientales a un galán consagrado para el papel del héroe y una hermosa actriz desesperada para el papel de la damisela en peligro (Naomi Watts), y secuestrando además a su bohemio guionista (Adrien Brody). Esta película lo convertirá en un millonario productor o lo llevará a la perdición total, por lo que el hombre evitará cualquier titubeo a la hora de traspasar más de una delgada línea roja.
La primera de las tres posibles secciones en las que se puede dividir “King Kong” no difiere demasiado de cualquier película de época excelentemente realizada: paisajes urbanos, calles, vestuarios. Pero cuando la tripulación del “Ventura” llega a la Isla de la Calavera la película comienza a dar tremendos y fascinantes giros: del drama a la aventura, de la comedia a la tragedia, del romance a la acción que roza lo bizarro (de qué otra forma calificar las peleas de Kong con los dinosaurios y demás sorpresas que depara la Isla).
La presentación de la Octava Maravilla en un teatro de Broadway, el reencuentro con la rubia pasión, la escalada al Empire State y el inevitable final completan esta fabulosa película que todo lo tiene; incluso un retrato de algunas especies animales, particularmente de la rata del mundo del espectáculo.
El mono, impresionante.
Calificación: 4 Nanitos.
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