miércoles, diciembre 07, 2005

El muelle

Título original: 36 quai des orfèvres.
País: Francia / Año: 2004 / Duración: 1 hora 50 minutos.
Dirección: Olivier Marchal.

Guión: O. Marchal, D. Loiseau, F. Mancuso, J. Rappeneau.
Intérpretes: Daniel Auteuil, Gérard Depardieu, André Dussollier, Valeria Golino.

Por Ariel Benasayag

Policial, negro y francés. Al gran público mendocino no parece gustarle el cine francés. Por lo menos es lo que piensa la más simpática de las cajeras de los multicines. Mientras me entregaba las entradas con las ubicaciones me dijo de forma cómplice: “De todas formas no hay nadie”, y arriesgó una hipótesis: “Y eso que es buena… debe ser porque es francesa”.

Es buena. Ya me lo había advertido un amigo de mis padres quedó en mi memoria infantil por contar (y en su narración saborear cada palabra, cada imagen de la película que evocaba) inolvidables escenas de policiales y películas de acción –pero de la buena, de esa que nunca es gratuita-. Lo recuerdo como un amante de la trama enroscada, de la vuelta de tuerca, del giro inesperado e, inevitablemente, de los momentos en el que toda la tensión de la historia confluye.

A los amantes de la trama no les queda más que arriesgarse. De lo contrario, difícilmente lograrán sorprenderse con un guión construido milimétricamente en Hollywood modelo XXI. Es aquí donde el cine francés se posiciona para ellos como un lugar de experimentación y potencial placer. Esto siempre y cuando puedan superar el prejuicio que ha llevado a muchos a decir después de una buena película francesa: “No parece francesa”.

El gran público mendocino le tiene miedo al cine. Es eso, o que han desarrollado un mecanismo de defensa para cuidar el bolsillo que evita asistir a funciones arriesgadas. Y el cine francés es arriesgado, cine de temer si los hay. Una verdadera lástima, porque “El muelle” (no discutiremos aquí lo inapropiado de este título) es el mejor policial que podremos ver este año.

La 36. Leí por ahí que Olivier Marchal fue -antes de convertirse en actor, guionista y director de cine- policía. Y, en muchas ocasiones, nadie mejor que alguien que lo vio y lo vivió todo desde adentro para contar e imaginar historias.

Los personajes de “El muelle” son los de cualquier policial negro: policías corruptos, violentos, alcohólicos y decadentes -con los que paradójicamente resulta imposible no identificarse- que conviven con la peor de las calañas en el submundo del crimen y el delito, perdiendo de vista la línea que divide a los buenos de los malos y, perdiéndose también ellos mismos.

Nos encontramos en un París en el que jefe de la policía ha sido ultimado respecto de las internas que sobran dentro de las fuerzas de la ley y el orden, que las dividen en dos bandos: los partidarios de Léo Vrinks (un extraordinario Daniel Auteuil que no deja de lucirse en ninguna escena) y los de Denis Klein (el amado y odiado Gérard Depardieu en su mejor forma). Éstos fueron grandes compañeros en los viejos tiempos; el presente los encuentra cada vez más distanciados por la ambición de poder.

Pero aquél no es el único ultimátum del gobierno: la ciudad está siendo acosada por violentos y calculados robos a camiones blindados y eso también se debe terminar.

Es entonces cuando el jefe revela sus intereses políticos. En poco tiempo ocupará un cargo de mayor jerarquía –por lo que todo tiene que salir prolijamente bien- y alguien tendrá que ocupar su lugar: quién desbande a los ladrones de los blindados, que ya se han llevado dos millones de euros y, con ellos, nueve oficiales. La batalla se librará entre el desinteresado y preferido Vrinks y el frío y ambicioso Klein.

¿Busca una trama? Lleve esta. El resto es lo de siempre -están los infaltables lugares comunes de toda obra maestra del género- y lo de casi nunca –porque aparecen procesados en una atrapante e impecable trama que gira y gira y con sus giros conmueve y da vueltas más de una vez al intrépido espectador, impresionado con las balaceras y demás momentos de perfecta acción-. Como si esto fuera poco, hacia el final todas las piezas de la trama confluyen armoniosa y creíblemente, cerrando para siempre la trágica historia de la comisaría 36.

Es tan buena que, a pesar de ser francesa, ya están planeando el remake norteamericano para el año que viene.

Calificación: 4 Nanitos.


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